No recuerdo haber vivido unas ráfagas de viento en Barcelona como las del sábado por la mañana. Después de toda la noche oyendo el viento azotar las persianas me levanté para ir a trabajar. Sólo salir a la autopista ya me encontré un árbol atravesado, en la ciudad ramas, señales de tráfico, vallas, containers repartidos por las calles.
A media mañana se me ocurrió salir a buscar un café con leche, al salir, buff, espectacular. Una ráfaga hizo un remolino dentro del café que lo encastó en el escaparate de la pelu del barrio, me “escondí” en un portal, pero al segundo vi como el viento le daba en las piernas de una señora, levantándoselas con la consecuente caída, y al ver que no se podía levantar y que nadie acudía, fui yo. Entre que la señora tenia sus dificultades para levantarse y el viento fuertísimo no había manera.
A media mañana se me ocurrió salir a buscar un café con leche, al salir, buff, espectacular. Una ráfaga hizo un remolino dentro del café que lo encastó en el escaparate de la pelu del barrio, me “escondí” en un portal, pero al segundo vi como el viento le daba en las piernas de una señora, levantándoselas con la consecuente caída, y al ver que no se podía levantar y que nadie acudía, fui yo. Entre que la señora tenia sus dificultades para levantarse y el viento fuertísimo no había manera.
Al llegar a la puerta de la farmacia volaban palos de escoba y fregonas por la calle y desde el ático del edificio iban cayendo unos azulejos que tenían apilados en la terraza. Uno a uno iban cayendo en la puerta. Mientras dejé a Vero avisando a los peatones que no pasaran por debajo fui a avisar a esos vecinos, que no estaban, por suerte el vecino de al lado saltó de su terraza para apartarlos.
Al girarme un árbol había caído en medio de la calle y los coches no podían pasar, las motos estaban todas por el suelo, entre dos o tres, pusimos un poquito de orden….
Pero en este extraño sábado lo más triste son esos mini-jugadores de baseball que han perdido la vida mientras entrenaban en el campo donde yo pasé unos cuantos años.
Las instalaciones del San Boi tienen un campo de baseball y uno de softball exterior, pero también tenían una especie de nave industrial donde había un túnel de bateo y otros cachivaches para entrenar. Solíamos hacer los entrenamientos ahí dentro cuando la climatología no permitía estar en el exterior. Eso es lo que hicieron los pequeños, el viento los obligó a entrar en las instalaciones y unos 5 minutos (sólo x 5 minutos) más tarde el techo voló y toda la estructura se vino abajo sepultándolos.
Un recuerdo para esas familias que seguro están pasando el peor momento de sus vidas, una rápida recuperación a los que siguen en el hospital y grandes batazos y homeruns para los pequeños que se han ido allá arriba.